lunes, 2 de diciembre de 2013

Durante la dictadura hubo al menos 129 soldados desaparecidos

Comodoro Rivadavia: juzgan a dos militares por el secuestro de un conscripto

La víctima, que permanece desaparecida, es José Luis Rodríguez Diéguez. Los imputados son el ex mayor del Servicio de Inteligencia del Ejército, Carlos Antonio Españadero, y el ex Jefe del regimiento de Infantería 25, Teófilo Saa. Las audiencias se realizarán entre el lunes y el jueves de los primeros días de diciembre.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Comodoro Rivadavia, integrado por los jueces Pedro José de Diego, Enrique Jorge Guanziroli y Nora María Teresa Cabrera de Monella, dará comienzo este lunes al debate oral en el que serán juzgados dos militares por el delito de privación ilegal de la libertad de un conscripto desaparecido durante la última dictadura cívico militar.

Los acusados son Carlos Antonio Españadero (82 años), quien a la época de los hechos era mayor en el Servicio de Inteligencia del Ejército; y Teófilo Saa (82), quien oficiaba como Jefe del área 532 y Jefe del Regimiento de Infantería 25 a cargo del Comando de la IX Brigada de Infantería.

El debate, en el que intervendrá el fiscal Horacio Arranz, tiene por objeto el secuestro de José Luis Rodríguez Diéguez, quien cumplió el Servicio Militar Obligatorio desde el 16 de marzo de 1976 hasta el 13 de octubre de ese año en el Regimiento de Infantería de Montaña (RIM) 21 de Las Lajas, Neuquén, e intempestivamente el 14 de octubre fue transferido al Regimiento de Infantería (RI 25) de Sarmiento, Chubut.

La versión oficial, dada a su familia, dio cuenta de que Dieguez desertó a fin de octubre de 1976 y que se le dio de baja del Ejército el 25 de aquél mes, pero sin embargo en la investigación que llega a juicio se determinó que en realidad el soldado fue secuestrado.

Durante la última dictadura fueron desaparecidos al menos 129 jóvenes que realizaban el por entonces Servicio Militar Obligatorio. Esa cifra fue confirmada en la investigación denominada El escuadrón perdido (Ed. Planeta, Buenos Aires, 1998), del fallecido capitán del Ejército José Luis D'Andrea Mohr.

En esta causa también estaba procesado el dictador Jorge Rafael Videla, quien falleció el 17 de mayo pasado con tres condenas y 21 procesamientos por crímenes contra la humanidad

martes, 30 de julio de 2013

Subo esta foto, porque creo que dice cosas.

No es una foto que me guste. No porque espere "salir lindo", esa esperanza la perdí hace tiempo. Es una foto que no me gusta porque retrata un momento muy íntimo, de mucha sensibilidad, de mucha tristeza, de gritar la bronca, la desesperación, de "celebrar un triunfo" que ni siquiera sabía cuál era. Y podría decir mucho más de ese momento, tan complejo fue. En síntesis, considero que la foto es "invasiva" y nunca me gustó verla.

Más tarde saldría en el libro de fotos de la historia de Abuelas de Plaza de Mayo, así la ví yo, así la vieron muchos/as.

Minutos más tarde, cuando íbamos hacia el escenario al costado de la ESMA, mi amigo/primo/hermano Esteban me llama por teléfono y me pregunta dónde estoy, y le respondo que en la ESMA.

Me pregunta - "y qué se siente?".

- QUE NO QUIERO ESTAR AQUÍ.

Esa fue mi respuesta.

Por qué digo todo esto? Porque quiero tratar de explicar lo que siento con el tema de la ESMA y las "novedades". Que no son tales, claro, pero mucha gente recién se entera.

Antes que nada quiero decir que no sólo respeto el trabajo que se hace ahí, así como los trabajadores y su intención, que considero sana. Puedo discutir cómo y por qué están ahí, pero no tengo nada en contra que decir.

Creo que a veces se ataca a la gente que trabaja ahí por motivos que no son tan como los pintan.

Creo que de las distintas actividades que se realizan, algunas son muy interesantes y hasta las recomendaría. Yo fui a varias de ellas hasta que la ESMA me gritó bien fuerte al oído: "Sigo siendo la ESMA, no te olvides".

Y bancate esas 17 hectareas y esas 5000 almas en la mochila...

Creo también que hubo muchísimos errores de todos los que alguna vez participamos en mayor o menor grado en el tema de la ESMA.

Pero creo también que se llegó a un punto de "guerra declarada", donde un sector hace lo que se le da la gana a pedido del gobierno (ese mismo del cual todos los organismo de DD HH éramos "independientes") y otro sector trata de resistir, normalmente sin éxito.

Como dije antes: apoyo muchas de las cosas que se hacen, critico otras tantas y siempre traté de mediar entre los dos sectores, aún cuando me queda claro quién es quién y qué hace cada uno y por qué. Ser medido no me hace imbécil.

Y en este punto es donde me quiero preguntat: es realmente necesario? Realmente hay una sola persona que considere que se honra la memoria con un shopping, con juegos de luces, con parafernalia, con mármoles brillantes y metales pulidos? Por favor, si hay alguien que piense así, que me lo diga.

Acaso si no pongo aguas danzarinas en un campo de concentración los estoy recordando menos? Si no pongo una disco en el Casino de Oficiales no apoyo la lucha de los 30000? SI no pongo un tren fantasma alrededor de las 17 hectareas es porque soy de la Corpo?

Me pregunto: cómo se llegó a este punto?

Una respuesta sería: este gobierno siempre intentó una visión de los desaparecidos como muertos, torturados, desaparecidos. Que cualquiera que luche va a la ESMA (aunque Berni los manda a Campo de Mayo). Es una respuesta que puede ser fácilmente demostrada. No existe un sólo lugar recuperado como "museo de la memoria" en el que se haya desarrollado la potencia vital de 30000 desparecidos. Ni uno solo, entre decenas de miles. Ni uno. Sólo lugares de muerte y horror.

El sistema no es estúpido y sabe donde apuntar. No es un secreto.

El sistema sabe que necesita aplastar la lucha, la ética y la dignidad. Sabe, necesita, EXIGE, el olvido, el perdón y la reconciliación.

Sin embargo, muchos compañeros/as decidieron ponerle el cuerpo a la hrencia tan pesada y luchar contra la corriente. Me consta que lo hicieron honestamente, yo fui uno de ellos. Me consta que en general lo siguen haciendo honestamente, y que hay malas hierbas como en cualquier otro lado. Pero el desafío de transformar un lugar de muerte en un lugar de vida fue tomado seriamente y después de análisis muy concienzudos que llevaron meses. No tengo nada que objetar al respecto.

Pero sí puedo objetar que pongan un shopping y un parque de diversiones y una disco. Sé que lo van a hacer igual, porque no les importa en lo más mínimo lo que LA MAYORÍA DE LOS FAMILIARES Y EX DETENIDOS pensemos. Pero eso no implica quedarse callado ante semejante payasada, ante tanta afrenta, ante tanta burla.

Me consta que algunas de las personas que trabajan en el lugar están tan indignadas como yo, pero jamás van a a decir nada contra el gobierno. Me consta porque me lo dijeron con esas mismas palabras.

Los organismos de DD HH siempre nos preciamos de nuestra independencia del gobierno y los partidos políticos. Teníamos tanta razón.... como en todo, aunque ahora algunos/as digan que estuvimos equivocados en casi todo.

En resumen: Para mí, la ESMA es esa foto horrible que me sacaron. Es llanto, es desesperación, es dolor, es tristeza. Es "Juicio y Castigo", "Compañeros seguimos adelante", "en este lugar muchas desaparecidas dieron a luz y sus bebés fueron entregados a genocidas".

Para mí, la ESMA es la ESMA. Respeto los intentos de transformarla en ex-ESMA, les deseo toda la suerte a lo que lo intentan honestamente, pero así como no hay un ex-Auschwitz, ni un ex-Treblinka, ni incluso ex-La Escuelita de Famaillá, considero que la ESMA va a ser siempre la ESMA. Y hasta podría convivir con eso. Mal pero acostumbrau, como diría Inodoro Pereyra.

Hasta puedo dejar pasar la parrila al paso ESMA

Pero con la ESMA Shopping Center, o la ESMA Disco Light o la ESMA Parque de Diversiones.... no. NO. Todo tiene un límite, y acá lo superaron largamente.

O en todo caso... que se la queden los que les interese, los fascinados por el brillo y el oropel y las luces y las agüitas danzarinas.

El resto, como siempre, iremos a la Iglesia de la Santa Cruz, o a los cementerios, o a los lugares de militancia o incluso a esa agua sucia y embravecida que no danza pero mata: nuestro amado y terrible Río de la Plata.

Y recordaremos la lucha de nuestros 30000. Que en nada se parecía a esto que tenemos. Ni se parecía a discotheques, ni museos, ni parques de diversiones ni ninguna otra payasada semejante.

Fabio De Vicenti

sábado, 1 de junio de 2013

CENTROS CLANDESTINOS. AYER Y HOY Lordkipanidse: “En ese lugar, nuestros compañeros dieron su último combate”

Convocados por la Comisión de Vecinos por Memoria Verdad y Justicia en Campomar, referentes de organismos defensores de derechos humanos hablaron de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio que funcionaron durante la última dictadura militar en Argentina.

El miércoles último se realizó en la Legislatura porteña la charla “Centros clandestinos. Ayer y hoy”, organizada por la Comisión de Vecinos de Campomar. Coordinó el periodista Lisandro Martínez y el legislador Alejandro Bodart se solidarizó e instó a que los salones de la Legislatura estén al servicio de las luchas populares.

Juan Ayala, miembro de la Comisión de Vecinos por Campomar y periodista, habló de la situación de la exfábrica textil Campomar de Valentín Alsina. Hizo referencia al escaso acompañamiento por parte de la Justicia, el Estado y el Equipo de Antropología Forense: “Se señalizó la comisaría tercera de Valentín Alsina -a tres cuadras de Campomar- y no se habló ni de investigar a los policías involucrados ni a Campomar, cuando estoy convencido que este es el centro clandestino 30 del circuito Camps.”

Entre otras cosas se refirió al compañero exdetenido desaparecido que testificó en dos oportunidades haber estado en Campomar: “Ni siquiera se lo llamó a reconocer el lugar como en cualquier pesquisa policial. ¿Quién hizo eso? Nosotros y ahí recordó otras tantas cosas (…), sin embargo, su querella fue rechazada.”

A continuación habló Julio Avinceto, miembro de H.I.J.O.S La Plata, quien marcó en el mismo hilo que “la investigación la hacen los sobrevivientes, los organismos de derechos humanos, la sociedad organizada pero nunca el Estado”. Como ejemplo de esta afirmación citó dos casos emblemáticos. En la Brigada de Infantería y Marina 3 en La Plata hace más de 20 años se conocen las denuncias de torturas, asesinatos, e incluso apropiación de recién nacidos, sin embargo no sólo no se investigó, sino que se construyó la nueva sede de la Universidad de La Plata, demoliendo el Centro Clandestino, sin siquiera cumplir la promesa de construir una plaza de la memoria.

El segundo caso es el exdestacamento de Arana, centro clandestino del circuito Camps, probado en el correspondiente juicio ya terminado, uno de los lugares donde estuvo detenido Jorge Julio López. Ante el anuncio del Equipo de Antropología Forense de haber hallado 10000 fragmentos óseos (lo que luego posibilitó la identificación de 30 compañeros) en plena campaña electoral 2010 el gobierno provincial montó sobre la excavación una jaula de metal y vidrio para exponer los restos humanos de los compañeros. Como dijo el compañero Julio de HIJOS, una política de derechos humanos de “circo y negocios”.

A continuación, el exlegislador porteño Marcelo Parrilli hizo un recorrido histórico, marcando que los centros clandestinos de detención no se inician en la dictadura sino durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, con la triple A, con “el campito” en Campo de Mayo y el centro montado en Acindar durante el operativo “serpiente roja del Paraná”.

Luego hizo un análisis de las dificultades para juzgar todos los crímenes cometidos y remarcó que el genocidio se realizó con el “encubrimiento y participación de los partidos tradicionales, la iglesia y la burocracia sindical. (...) Videla avisó en el ‘75 a todos, como dijo recientemente en su juicio, lo que iba a hacer, todos lo supieron y todos lo capitalizaron deshaciéndose de los sectores más contestatarios.” En esta perspectiva es que “solo los sectores más combativos del campo popular pueden hacer avanzar esto.”

Por último tuvo la palabra Carlos “Sueco” Lordkipanidse, de la Asociación ExDetenidos Desaparecidos, quien destacó que lo que había era una red de centros clandestinos interconectados, y que “no habría podido funcionar un solo centro clandestino de detención para desaparecer 30.000 compañeros, porque los centros clandestinos de detención son lugares. Es la necesidad de un lugar oculto para que el genocidio se desarrolle, si no sucede como hoy en día que el genocidio qom se ve y se nota. Si se hubiera desarrollado en la calle hubiera sido insoportable el asesinato de 30.000 personas.”

Luego destacó que si se avanzó hasta aquí en materia de derechos humanos fue por “la resistencia del pueblo que no olvidó”, pero que el reconocimiento de los centros clandestinos impone nuevos desafíos para sortear por ejemplo los intentos recurrentes de hacer negocios inmobiliarios con los mismos, o de cambiar su esencia: “A nadie se le ocurre tirar abajo Auschwitz y poner una estructura cuadrada de metal y vidrio y decir acá está este es el exAuschwitz, sin embargo eso es lo que se quiere hacer con la ESMA, presentar la ex Esma.”

Antes de abrir al debate, el compañero cerró con un interrogante: si vale o no la pena tanto esfuerzo militante en esta causa, y sí, en eso coincidimos: “vale la pena, porque en ese lugar, nuestros compañeros dieron su último combate”.

Gabriela Domínguez. Delegada docente de Lanús (Lista Roja Suteba). Miembro de la Comisión de Vecinos de Campomar

En la foto: Juan Ayala (Vecinos de Lanús por Campomar), Julio Avinceto (H.I.J.O.S La Plata), Lisandro Martínez (Vecinos de Lanús por Campomar), Dr. Marcelo Parrilli (exlegislador porteño) y Carlos “Sueco” Lordkipanidse (Asociación ExDetenidos Desaparecidos).

lunes, 20 de mayo de 2013

Procesados los Asesinos del Periodista Augusto Carmona: Atisbos de Justicia

Escrito por Lucía Sepúlveda Ruiz  

A 35 años del asesinato de Augusto Carmona Acevedo, sus hijas Alejandra Carmona Cannobbio, y Eva María Carmona Sepúlveda junto a la madre de Eva, la periodista Lucía Sepúlveda, y la abogada Alejandra Arriaza, dieron a conocer el auto de procesamiento de los oficiales y suboficiales de ejército y una mujer civil involucrados en el homicidio del periodista. Carmona fue acribillado por la espalda por esos agentes el 7 de diciembre de 1977, cuando ingresaba a su domicilio en Barcelona 2524, San Miguel. El Colegio de Periodistas de Chile se hará parte del juicio, anunció su presidente Marcelo Castillo Sibila.

La CNI difundió el asesinato del periodista como “muerte en enfrentamiento”, versión ampliamente difundida por los medios de la época, argumentando que resistió la detención a balazos en la puerta de su casa, que había sido ocupada por los esbirros horas antes de la llegada del periodista, al igual que el personal a bordo de unos 20 vehículos estacionados en el sector aledaño a la vivienda, según consta en el proceso.
El ministro de fuero Leopoldo Llanos encargó reos como autores del delito de lesa humanidad al ex general de ejército Odlanier Mena Salinas, director de la Central Nacional de Informaciones CNI, junto a los ex brigadieres de ejército Miguel Krassnoff y Manuel Provis Carrasco; Enrique Sandoval Arancibia, ex mayor de ejército, y Luis Torres Méndez, ex coronel de ejército. También están encausados como autores los ex suboficiales de ejército José Fuentes Torres y Basclay Zapata, junto a Teresa Osorio Navarro, empleada civil de la Armada. Otros agentes involucrados en el asesinato ya fallecieron.
El ministro Leopoldo Llanos calificó el asesinato como delito de lesa humanidad porque según el derecho penal internacional fue “un ataque sistemático o generalizado en contra de bienes jurídicos como la vida a una parte de la población civil, con determinada opción ideológica, con la participación del poder político y la intervención de agentes del Estado.” Tras la investigación, concluyó que hay presunciones fundadas para encargar reos a los imputados y ordenar su detención por constituir un peligro para la sociedad.
Gotas de justicia
El proceso original lo instruyó la fiscalía militar, que en 1993 sobreseyó la causa aplicando la amnistía. Una nueva querella contra “Augusto Pinochet y quienes resultaran responsables”, entablada por la familia en 2003, activó una investigación del ministro de fuero Alejandro Solís, recientemente jubilado.
La encargatoria de reo es apenas el primer paso hacia una sentencia que marque el fin de la impunidad, dijo Lucía Sepúlveda. Ante la demora en la adopción de resoluciones judiciales la familia exigió que al menos en esta fase la justicia no dé lugar a artilugios legales de los reos.
“Valoramos que la investigación califique el crimen como de lesa humanidad e incluya al máximo responsable de la CNI, Odlanier Mena como autor del delito, junto a los miembros de la Brigada Azul, encargada de la represión al MIR”, manifestó la abogada Alejandra Arriaza.
Los agentes que declararon en el proceso aseguraron que desde el reemplazo a mediados de 1977 de la DINA por la CNI, la nueva policía secreta de Pinochet, todos los operativos de exterminio debían tener la autorización previa de Odlanier Mena que asumió como director.
Mena, quien permaneció en el cargo hasta 1980, constituyó equipos operativos de su plena confianza y reorganizó los antiguos grupos Halcón de represión al MIR. Una de estas nuevas pandillas, la Brigada Azul, llevó a cabo la ejecución de Augusto Carmona, supervisada por Krassnoff y bajo el probable mando operativo de Provis.
Mediante la detención y tortura de tres militantes del MIR, dos de ellos también periodistas, en Villa Grimaldi la CNI obtuvo información que les permitió ubicar el domicilio de Carmona. Este asesinato fue el macabro debut de Mena, ex embajador de la dictadura en Uruguay, y el último operativo contra el MIR del que fue responsable Krassnoff, antes de su destinación a la Academia de Guerra.
Los hechos
El crimen, que ocurrió bajo estado de sitio y fue presentado como “enfrentamiento” por los medios de comunicación de acuerdo a la versión oficial, fue acogido por el informe Rettig (Comisión de Verdad y Reconciliación, 1991) sobre la base de los testimonios presentados. Ese relato de los vecinos ahora se convirtió en “verdad jurídica”.
Los testigos del vecindario reiteraron al tribunal que una veintena de vehículos rodeó la manzana. Los agentes de la policía secreta allanaron el domicilio de Augusto Carmona en Barcelona 2425, San Miguel, y la casa contigua, aproximadamente a las 20.30 horas, disparando desde el interior. Luego ordenaron a los vecinos irse a sus casas y permanecieron esperando al interior del inmueble. Cerca de medianoche dispararon una ráfaga de metralleta en el preciso instante en que Carmona intentaba abrir la puerta de su casa.
Los agentes lo ingresaron al interior de la casa arrastrándolo desde la acera. Compareció en el lugar el fiscal militar de turno, que ordenó un informe a los peritos de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones presentes en la escena del crimen. El informe estableció que el cuerpo fue arrastrado y que la pistola portada por Carmona estaba con seguro, por lo tanto era evidente que no hubo un enfrentamiento. Al sitio llegó más tarde el propio director de la CNI, en su vehículo, un Volvo del año, según declaró Juan Arancibia López, uno de sus choferes.
Perfil de los criminales
Odlanier Mena Salinas fue condenado en 2008 a 6 años por los secuestros de Óscar Ripoll Codoceo, Manuel Donoso y Julio Valenzuela (Caso Caravana de la Muerte, episodio Arica, 1973) y obtuvo salida de fin de semana de viernes a domingo.
Miguel Krassnoff cumple condenas efectivas de cárcel por 103 años, sin beneficios hasta ahora. Al igual que Mena, permanece en el penal Cordillera, denominado “siete estrellas” por las comodidades de que disponen. Encabezó la represión al MIR, utilizando tortura, desaparición forzada y técnicas de guerra sicológica.
Enrique Sandoval Arancibia fue condenado a 10 años y 1 día como autor de la muerte de Luis Pantaleón Pincheira Llanos, Jaime Alfonso Cuevas Cuevas, Luis Nelson Araneda Loayza, todos ellos militantes del MIR, y Juan Ramón Soto Cerda, socialista en Las Vizcachas (1981), y hasta entonces cumplía en libertad la pena de 5 años por el crimen del niño Carlos Fariña Oyarce, de 13 años.
Manuel Provis Carrasco fue condenado a 5 años y un día por los delitos de asociación ilícita, secuestro y posterior homicidio en Uruguay (1995) del químico Eugenio Berríos, ex agente de la dictadura de Augusto Pinochet. También tiene dos condenas a firme que suman 8 años por el asesinato del mayor Gerardo Huber (1992), sin embargo, hasta el mes pasado permanecía en libertad. Fue jefe del disuelto Batallón de Inteligencia del Ejército.
José Fuentes Torres, “El cara de santo” o “Marco Cruzat” cumplía en libertad condena a tres años como autor del secuestro de Mireya Pérez Vargas, y está procesado por su participación en la Operación Colombo (caso de Los 119 desaparecidos).
Luis René Torres Méndez alias “Negro Mario”, estaba en libertad condicional, procesado por su participación en secuestros en la Operación Colombo, Operación Cóndor y las detenciones de calle Conferencia.
Teresa Osorio Navarro, “Chica Tere”, está procesada por Operación Colombo y por calle Conferencia. Libre al momento del procesamiento.
Basclay Zapata Reyes, “El Troglo”, cumple condena en Punta Peuco por once secuestros y el homicidio de Lumi Videla. Procesado por Operación Colombo.
¿Quien fue Augusto Carmona?: un periodista de trinchera
El periodista Augusto Carmona Acevedo, “El Pelao”, para sus amigos y colegas, “Oslo” para sus compañeros del MIR,  fue acribillado por la espalda  por efectivos de la Central Nacional de Inteligencia en 1977, cuando tenía  38 años, y dos hijas, de entonces 3 y 12 años.  Pero sus seis nietos jamás pudieron conocerlo. La trampa mortal se activó cuando Carmona intentaba ingresar a su casa en el barrio santiaguino de San Miguel, en Santiago de Chile,  al atardecer del 7 de diciembre, con el país en dictadura y estado de sitio. Hoy tendría 74 años. 
Durante el gobierno del Presidente Salvador Allende, en 1973, Carmona había sido elegido jefe de prensa del entonces Canal 9 de TV de la Universidad de Chile, ocupado por sus trabajadores.  Fue  redactor político del noticiero “NueveDiario” durante diez años. Escribía  asimismo en la revista Punto Final y reporteó para ambos medios noticias como la muerte del Ché Guevara en Bolivia, y las luchas obreras y campesinas en Chile, además de cubrir las noticias del Congreso chileno. El año 1973 fue además jefe de prensa de la emisora del MIR, Radio Nacional.  Perteneció a una generación de notables periodistas comprometidos con su pueblo, como Augusto Olivares y José Carrasco Tapia, con quienes tuvo gran cercanía.
Luego del golpe militar, dejó atrás el periodismo tradicional para abrazar los riesgos de la lucha de resistencia, pese a que había sido sometido a una compleja operación al corazón.  Era miembro del Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, y de su dirección máxima en Chile. Por sus amplios contactos y su carácter amistoso, y no sectario, era el responsable de las conversaciones del MIR con dirigentes de la izquierda y la democracia cristiana orientadas a crear un frente de resistencia antidictatorial.
Periodismo en la clandestinidad
El profesional contribuyó decisivamente a la creación de una red de comunicaciones,  integrada por periodistas hombres y mujeres,  que recogían testimonios de familiares de presos,  torturados y desaparecidos cuando imperaba la censura absoluta. Los boletines se enviaban clandestinamente al “Correo de la Resistencia”, en México y las denuncias alimentaban igualmente a El Rebelde, el periódico del MIR. La mayoría de los periodistas de reconocida militancia de izquierda estaban en campos de concentración, habían sido asesinados, estaban cesantes o se habían exiliado. No existía prensa de oposición y todos los periódicos de izquierda habían sido clausurados.
La forzosa quietud de la clandestinidad había permitido al “Pelao” asumir junto a su pareja, la también periodista Lucía Sepúlveda, el cuidado y crianza de su hija Eva María, nacida poco después del golpe, a quien prodigaba su ternura y atención. Sus amigos lo describían como “cebollero”, amigo del tango, los boleros y la bohemia. Para el padre, la ausencia de su hija mayor, Alejandra, exiliada en Alemania con su madre, era muy dolorosa.
Egresado del  Instituto Nacional, junto a amigos  de la promoción 1957 como Antonio Skármeta, Grinor Rojo,  Douglas Hübner, Manuel Silva, y  Raúl Sotomayor, entre otros, el Pelao Carmona egresó de periodismo y bibliotecología en la Universidad de Chile. Luego de ser elegido jefe de la toma de Canal 9, escribió en la revista  Punto Final: “La derecha odia a Canal 9 porque damos preferencia a las noticias y posiciones de los diversos sectores del pueblo, atacamos sin clemencia al imperialismo y usamos un lenguaje duro contra la reacción...”
Sus padres, del barrio Las Rejas de la capital, fallecieron tempranamente, destrozados por el asesinato del hijo a quien la prensa de la dictadura llamó “terrorista”.

lunes, 13 de mayo de 2013

Testimonios con emoción y contundencia en el juicio de Rawson

Llanto desde Suiza: un testigo se quebró en su declaración

Ricardo Ipuche declaró desde Berna y conmovido, reclamó justicia casi a los gritos ante los jueces. Quedan tres testigos y luego, turno de alegatos.

Llanto. En el televisor, Ipuche quebrado en Suiza mientras el tribunal mira en silencio y la jueza D´Alessio se tapa la boca con la mano.
Por Rolando Tobarez

“¡No se puede tratar así a la gente!…¿cómo le puedo explicar? ¡Pasaron 38 para que ahora me vengan a preguntar si violaron o no los derechos humanos! ¡Yo estuve dos años sin juicio y sin proceso! ¡Esa es una violación de los derechos humanos!...caramba…¡no pueden tratar así a la gente!…”.

Sobre el final de su testimonio, Ricardo Ipuche le gritó este párrafo al tribunal y no pudo más. Lloró como un nene en un aullido desgarrador. Se cubrió con ambas manos el rostro rojo de bronca y se quebró, desconsolado, ahogado de saliva, sin vergüenza alguna.

Los magistrados que decidirán sobre la muerte de Mario Abel Amaya y las torturas contra Hipólito Solari Yrigoyen no supieron bien qué hacer, más que dejarlo descargarse. La jueza Ana María D´Alessio se tapó la boca. Nora Cabrera, presidente del tribunal, amagó un consuelo pero su colega Alberto Giménez pareció decirle “mejor no, dejálo”, con un gesto con la mano, rápido y oportuno. El testimonio había sido tranquilo y la explosión de emoción pareció descolocarlos.

Pasaron segundos eternos hasta que una empleada de la Embajada Argentina le dio un vaso de agua y debió llevárselo, todo en vivo y en directo. Era una teleconferencia desde Berna, Suiza, donde Ipuche reside. Luis García, Osvaldo Fano y Jorge Steding, los imputados, oyeron sin gestos. Fue el clímax en el Cine Teatro “José Hernández” de Rawson.

Ipuche fue preso político en la Unidad Nº 6, a causa de su militancia en el Partido Comunista de Neuquén. No vio ni a Solari ni a Amaya. “Pero sabíamos que los habían torturado y que Amaya pedía a los gritos que se lo lleven porque se estaba muriendo”. Traje blanco, corbata y camisa de colorado furioso, el testigo explicó que ningún guardia pudo vejar a nadie en ese penal sin la autorización de su jefe.

Tras el golpe de 1976, el régimen se volvió más represivo en la U-6. “Todo se volvió mucho más violento, con controles más severos y reglas más enérgicas”. Los guardias escupían en la comida o metían el borceguí en el plato. “Querían quebrarnos psicológicamente y tratar de que todo el día hubiese tensión”, interpretó.

Fue interrogado en la cárcel rawsense por un oficial del Ejército. “Me preguntó mucho sobre mis camaradas hasta que cerró la carpeta y me dijo ´No tenemos nada contra usted´”. Pero no lo liberó ni aceptó que el militante se vaya por la puerta de entrada. Ipuche prefirió dos años de cárcel antes que le perdonen un delito que no había cometido.


Stubrin, García y Suárez, los tres últimos testigos
Videoconferencias hoy en Rawson.
Desde Suiza. Carrara escucha la pregunta de la jueza Monella de Cabrera, que aparece en un segundo plano.
Hoy será el último día de testigos en el juicio en Rawson. Desde las 10 y por videoconferencias declararán el conocido dirigente radical Marcelo Stubrin, que estuvo en el primer velatorio de Mario Amaya; José Suárez, el empleado de la funeraria que trasladó su cadáver desde Villa Devoto, y Margarita García, exempleada del Hospital de Trelew, que podría comprometer la situación del médico Luis García. Tras sus relatos se definirá la fecha para los alegatos, en la recta final del proceso.

Hay tres testigos que aunque fueron notificados por el tribunal, ya no se presentarán. Se trata de los peritos médicos Daniel Corach, Luis Bossio y Enzo Canonanco. Los fiscales consideran que como la parte que les tocaba decir ya está documentada en la causa, no será necesario que hablen ni extender el cronograma.

"Era el jefe"

Ayer la ronda de testigos la completó Santiago Carrara, preso en la Unidad 6 desde enero de 1975 hasta fines de 1982. Recordó especialmente al imputado y exjefe de requisa Jorge Steding. “Era el que más contacto tenía con los presos. Nos obligaban a correr al baño para pegarnos con palos y puntapiés. Una vez me negué y me arrastraron y me pegaron hasta el baño. Él era el jefe y vio todo hasta que pidió que dejen de pegarme, que ya estaba y me llevaran al calabozo”. Alguna vez también vio al extitular del penal, Osvaldo Fano, acercarse a la reja por una visita.

Carrara supo por otros presos de la llegada de Amaya al penal y de la feroz golpiza de su bienvenida. “Era lo normal y estoy totalmente seguro de que fue así”, le dijo al tribunal. Recordó que para las autoridades del penal, ese presidio era sólo “otro frente de combate” y no un lugar más para alojamiento de presos.

Luego del golpe militar, “cualquier intento de conversar, convidar un mate o caminar con más de un compañero en el recreo era sancionado”.

Para el Guiness

Según Carrara, “se cortó toda posibilidad de convivencia y en ocasiones nos obligaban a estar parados o acostados durante horas en la celda”. Cada tanto los interrogaban para buscar “definiciones políticas” de parte de los presos políticos.

La cosa se alivió algo con la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Cruz Roja, que pusieron en aprietos a los jefes del penal. “Pero si se juntara la lista de detenidos con la lista de sanciones que hubo por cualquier cosa, seguro sería un Récord Guiness.

lunes, 29 de abril de 2013

En memoria de Raúl Sendic (1989 - 28 de Abril - 2013)

Escribe Carlo Revello*

En estos días hace fecha de la muerte de Raúl Sendic. En vida fue el líder indiscutido -ante la militancia y las masas- del Movimiento deLiberación Nacional (Tupamaros).

Pertenece Sendic a una generación politica de la izquierda latinoamericana que influídos por la revolución cubana, pretendieron desde la izquierda tradicional-de la que provenía- abrir nuevos caminos. Algunos de esos hombres desde susrealidades nacionales se conocieron y compartieron una voluntad común. Hoy, algunos novedosos, pretenden insínuar que todos aquellos hombres eran utópicos. Cambiar en América Latina -todas y cada una de nuestras patrias- la miseriade nuestros compatriotas, era un utopía!!!
En vida, -con aquellos precursores- sus contemporáneos fueron aún mas crueles.Sendic, en el Partido Socialista del cual provenía era "un trozco",ante ciertos miembros de Comités Centrales hoy olvidados, plagados de nombres de los cuales la historia ni recordará..

Era, Sendic, un hombre de origen rural. Pertenecía a una estirpe de paisanos que en Uruguay se remonta a nuestros primeros orígenes. El pastor aquerenciadoal pago y a la tierra, siete oficios por naturaleza. Después, jóven aún, llegó a la Universidad y allí en relación con otros jóvenes llegó al ideal socialista. El socialismo se convirtió en la causa de su vida.Vivió con otrosla reflexión de un mundo nuevo que materializaba al fin de la segunda guerra mundial, cuando las antiguas colonias hacían sus experiencias revolucionarias. China ,Egipto, India fueron durante un tiempo el foco de sus reflexiones. No olvidó sin embargo a los criollos de sus pagos del interior. Leguizamón-un hombre que hoy pocos recuerdan- le enseñó los rudimentos de la organizaciónde los asalariados de los arrozales. Después empezó su vida de organizador desindicatos rurales. Intelectual por formación y por talento personal, despreciósiempre el relumbrón de los círculos académicos. Particularmente las discusiones de café que no implican compromiso.
Cuando después del fracaso de la revolución boliviana, otra revolución, lacubana despuntó en el horizonte de América, Sendic -como muchos otros en todoel continente- supo distinguir en aquel movimiento rasgos peculiares de algonuevo, auténtico.

Aquella revolución, dió nuevos impulsos a sus actividades prácticas de organizador rural. Un sector de ese asalariado golondrina que recorre el paísde cosecha en cosecha, atrajo su atención. Dentro del mismo, un núcleo, loscañeros de Artigas fue el centro de sus actividades. Allí centró sus esfuerzosde organizador hasta crear la Union de Trabajadores Azucareros de Artigas(UTAA).

Coexistían entonces en Uruguay, al lado de un proletariado industrial y urbano, alfabetizado y con experiencia organizativa que se remontaba a más de 100 años,los asalariados rurales. En el campo no existían para esos peones, jornaleros y zafrales las relaciones capitalistas de producción. No se había llegado a laeconomía monetaria. En los cañaverales se pagaban con bonos y con chapas acanjear después, para las necesidades diarias, en las tiendas de ramosgenerales de las empresas. El peón rural, el jornalero, era explotado como productor y esquilmado como consumidor. Para solidificar aún más, el lazo de lasumisión en los establecimientos los patrones recurrían a los capangas, asesinos a sueldo, encargados de eliminar -desde el comienzo- cualquier brotede organización de los explotados. El resto lo hacía la ignorancia, e lanalfabetismo, el clima general de chatura cultural, las enfermedades sinatención, los prejuicios largamente asentados en todo medio rural.

Marchó Sendic con sus cañeros, con su sindicato incipiente, en varias marchaspacíficas hacia la capital, hacia el Parlamento Nacional, en busca de una ley.Su programa inmediato entonces, era la expropiación de un latifundio improductivo:la firma Silva y Rosas. Y en esas marchas encontró siempre la violencia  fascista de los patrones democráticos, de sus policías y la corrupción de los políticos, también, democráticos. Pero Sendic no sólo encontró la violencia-natural- de los enemigos de clase. Topó también con la incomprensión de unaizquierda, dividida en discusiones sectarias, que entendía a contrapelo de lahistoria sindical del Uruguay real, que los sindicatos tienen que tenerbanderías políticas. Esa izquierda miraba con horror a los asalariados delcampo, sus combativos métodos de lucha, que antes -el mismo proletariadoindustrial urbano- había tenido que atravesar.
No todo fueron, sin embargo, sinsabores y desengaños. Las marchas cañeras, sulíder, -se marchaba -para rabia de muchos- "Por la Tierra y conSendic"- concitaba también aliados y simpatizantes. Al lado de loscañeros -justo es recordarlo- estuvieron algunos sindicatos. Y hubo tambiénmilitantes aislados de la izquierda y de los partidos tradicionales que supieroncomprender la justeza de la causa. Que maduraron políticamente en aquellasluchas.

De aquella influencia internacional que sacudía América Latina toda y de lasexperiencias concretas de la lucha uruguaya, el proceso, a cierta altura parió una organización política. Uno de aquellos pioneros ha escrito luego dela liberación una historia. Digamos, para hablar con franqueza, que es unahistoria donde al historiador más de un capítulo y demasiados episodios se lequedaron en el tintero. Y los intentos de hacer la historia completa, después,en varios tomos, esa, ya adolece de falsificaciones de conveniencia quetodos los militantes conocen.
Sendic fue, sin duda, el líder politico del MLN-Tupamaros. Lo fué sin quererlo,porque nunca tuvo pretensiones de ser timonel infalible, de esos que secelebraban en la izquierda tradicional. Desde el MLN-Tupamaros fue uno de los líderes de lo que hoy se denomina "nueva izquierda". Era unaiquierda que abandona concientemente el objetivo de la lucha Parlamentaria,porque entendía que con el endurecimiento de la lucha de clases y la crisiseconómica, en Uruguay, la democracia liberal parlamentaria que había engendradoel batllismo entraba en su crisis definitiva.

Sendic rechazaba también, cierta adulteración stalinista de la teoría de la organización política. No creía en el partido guía, en lucha constante y despiadada con todos los otros partidos de obreros o asalariados. Comprendía que ese había sido un rasgo obligatorio en la Revolución Rusa, pero nonecesariamente repetible. La izquierda, la tradicional y parte de la nueva,en sus enfermedades infantiles, no lo entendía así. Y hay -para los que lo nieguen- una copiosa y lamentable literatura al respecto.
En esa vertiente Sendic era un innovador. No hay de su pluma, escrito, ni unsolo artículo teórico contra el reformismo. Pero no vayan a creer los reformistas -que ayer lo denigraron- que se salvan por esos silencios.Sendic, estaba en otra, estaba en hacer la historia y no tenía demasiado tiempo para disquicisiones teóricas futiles, artificales y rebuscadas.

Desde la dirección colectiva del MLN-Tupamaros lanzó la lucha armada enel Uruguay. La insólita experiencia de la guerrilla urbana. De la cualdespués se nutrieron tantos en otras partes. Y sin embargo, su experiencia deguerrilla urbana, no fue foquismo. En el foquismo estaban otros, los quelo crearon, lo difundieron y lo proclamaron a través de cierto intelectualfrancés. Los mismos que después censuraron al Che Guevara porque convenía asus intereses del momento.
La experiencia revolucionaria del MLN-Tupamaros -la creación más brillante dela izquierda revolucionaria uruguaya- fue una experiencia de corta duración. Laacción y la vicisitudes -el enemigo también pelea- no permitieron aaquella experiencia una maduración tradicional y clásica. Y sin embargoaquella experiencia que tuvo errores y limitaciones -que son las únicas queexplican la derrota- está allí, marcando un camino para cualquiera quese plantee relanzar la lucha de los oprimidos en el Uruguay.
Sendic, en esa experiencia, tuvo el papel central de un precursor. Fue de losdirigentes que cayó con los que luchaban. Y con ellos padeció vejaciones ytorturas. Siempre con dignidad. Con esa indurable firmeza y constancia que lo separa de otros dirigentes que después han pretendido ser sus continuadores y sus herederos. Algunos de ellos hoy día han desandado el camino. Han vuelto ala poltrona parlamentaria. A hacer lo mismo que antes criticaron...

Pero la figura de Raúl Sendic, no se agotó en la lucha, la persecución y lasprisiones. Se agigantó aún más, después de la liberación. Entonces solo,planteó el frente más amplio, el programa que sus antiguos compañeros no seanimaron a seguir en su momento, pero que después han retomado, como si no hubiera pasado nada. Los mismos que cegados por sus limitaciones y suspasiones, por sus desencuentros y miopía le amargaron los últimos añostratándolo de "loco". Y enfermo ya, Raul Sendic dió,nuevamente, con hidalguía y coraje su última lucha. Revise -el que lo desee-sus últimos escritos. Son de una lucidez, de una inquietud, de un espíritu debúsqueda de caminos, impensable en una figura que algunos quisieronestereotipar en un guerrillero. Allí brilla el Sendic intelectual.

Despues murió. Solo, abandonado, en un hospital de Europa..
Se acostumbra -y es mala costumbre- cantar loas a los desaparecidos y engolarla voz. Con Sendic -el Bebe- más de uno se hace gárgaras en estos días. Fueantes que nada un luchador social. Inclinemos hoy día las banderas de lucha en homenaje a su figura, teniendo presente que solo en la lucha por una sociedad más justa sin explotados y sin explotadores está el verdaderohomenaje. Después debemos volver a levantar las mismas banderas porque la luchacontinúa. A Sendic seguramente le gustará el gesto y si viviera saludaría a lasnuevas generaciones con su sonrisa humilde para decirles como el Próspero de Rodó, alzando el brazo y la copa "Por el que me venza, con honor, envosotros".

*Escribe Carlo Revello, director de Radio Sur de Estocolmo.
Estas notas se difunden en radios de cercanía de Gotemburgo y Uppsala

sábado, 13 de abril de 2013

La fuga del portero de Almagro

Claudio Tamburrini disputaba en 1977 el puesto en la portería de Almagro cuando los militares le secuestraron. Escapó del centro de torturas después de 120 días de terrible cautiverio en el que soportó repetidamente las bromas de los guardias en forma de puñetazo al estómago: “¿Sos arquero?, atájate esta”.

María Cappa

Claudio Tamburrini comenzó a militar políticamente en la Federación Juvenil Comunista (una organización para jóvenes del Partido Comunista argentino) en el último año de instituto, en 1972, con apenas 18 años. Un año después ingresó en la universidad para estudiar Filosofía, lo que compaginaba con su trabajo como portero en Almagro, un club argentino de Primera B. “En esa época mis metas pasaban por tratar de llegar lo más lejos posible como jugador y doctorarme en Filosofía”, recuerda vía telefónica desde Suecia, donde vive actualmente.

Empezó a jugar al fútbol en un club llamado Ciudadela Norte y pronto pasó a las inferiores de Vélez Sarsfield. En 1975, a los 21 años, Tamburrini aterrizó en Almagro. Allí tuvo que competir por la titularidad con el histórico arquero del club, Hugo Piazza. La primera oportunidad le llegó tras una lesión del veterano portero que le había obligado a estar dos semanas de baja en las que Tamburrini había jugado dos buenos partidos. Durante la tercera semana, una vez recuperado Piazza, se había rumoreado que Claudio volvería a ser titular, algo que se confirmó en el partido entrenamiento previo al fin de semana.

Ese día iba a ser decisivo para poder pelear por los puestos de ascenso a Primera. Claudio tenía la cábala de marcar obsesivamente la posición de los postes raspando con los botines las líneas de cal de las áreas. Estaba ansioso por que empezara el partido. Jugaban de locales y se podía palpar la presión de la hinchada para que ganaran. Un empate los dejaba prácticamente fuera de la lucha. El partido estaba siendo muy trabado, lo que estaba siendo justamente reflejado en el 0 a 0 del marcador. Sobre la mitad del segundo tiempo pitaron una falta en el borde del área a favor del equipo rival.

La barrera de Almagro dejaba a Tamburrini sin poder ver siquiera al jugador contrario. Mientras rezaba para que tirara la pelota a la tribuna, vio venir al árbitro corriendo y gritándole: “¡Las medias, subite las medias!”. El reglamento de la época obligaba a tener los calcetines bien arriba. Cuando estaba todavía ocupado con la pierna izquierda, escuchó a un compañero decir: “¡Cuidado que patea!”. Su intuición lo empujó a volar hacia el palo izquierdo, pero no pudo evitar el gol. Sintió que le caía encima el peso del estadio entero. No se atrevía ni a mirar a sus compañeros. Los calcetines les habían supuesto perder el partido, las posibilidades de ascenso y, a Claudio, la titularidad.
El día del secuestro

El jueves siguiente del partido, 23 de noviembre de 1977, Tamburrini regresaba a casa de un entrenamiento muy exigido, en el que se había matado para demostrarle al entrenador que aún podía confiar en él. Cansado pero satisfecho, seguía dándole vueltas a esa maldita jugada. Después de comer tenía pensado revisar los libros de la facultad y algunos panfletos políticos que aún tenía dispersos por la casa. Se había mudado hacía dos meses y todavía quedaban muchas cosas por organizar. Nada más entrar llamaron a la puerta. “Se presentaron dos personas armadas que me preguntaban por mi identidad y, al responder afirmativamente, me llevaron a una camioneta con la excusa de que tenían que hacer averiguaciones”, declaró en el Juicio a las Juntas Militares en 1984.

Esa camioneta lo condujo a la casa de su madre, donde lo habían ido a buscar esa madrugada. Allí había aparcados otros dos coches. “El pájaro ha caído”, dijo por radio uno de los secuestradores. Inmediatamente después salieron varios hombres del interior de la casa y subieron a sus vehículos. “Uno de ellos me golpeó, me puso una capucha y me tiró al piso de la camioneta”. Cuando el vehículo se detuvo, veinte minutos después, lo introdujeron en una casa. “Me subieron por unas escaleras amenazándome y me preguntaron sobre supuestas conexiones relacionadas con mis actividades de índole política. En el primer piso me ataron a una cosa que pude sentir como un elástico de cama y comenzaron a torturarme el mismo día a la tarde, sobre las 14 horas”.

Habría tenido otra vida, que podría haber sido mejor o peor, pero no habría sido la mía. Que me secuestraran me sirvió para ser quien soy

El 24 de marzo de 1976 un ejército de militares armados, liderado por Rafael Videla y Eduardo Massera, dio un golpe de Estado que terminó con el Gobierno de Isabel Martínez, segunda esposa de Perón. Este régimen genocida, bautizado oficialmente como Proceso de Reorganización Nacional, se instauró para “eliminar todo foco subversivo que atentara contra el Ser Nacional”. Estados Unidos, que sabía que se produciría desde dos meses antes de ejecutarse, aprovechó el golpe para instaurar el neoliberalismo de la mano de Milton Friedman, bajo lo que Naomí Klein denominó La Doctrina del Shock.

“Se dieron dos situaciones paralelas que se complementaron”, explica Tamburrini. “Desde lo político, existía un movimiento de tendencia comunista que estaba cada vez más asentado. Los militares no lo toleraban y estaban convencidos de que su misión era salvar a la nación argentina. Por otro lado, económicamente, fue la excusa de EE UU para aplicar su sistema económico en un ambiente propicio para ello”. Friedman, ideólogo económico tanto de la dictadura de Pinochet como de la de Videla, recibió el Premio Nobel de Economía en 1976, por sus teorías sobre el libre mercado, y la Medalla de la Libertad de Estados Unidos en 1988.
120 días de cautiverio

Se ha reprochado mucho la actitud de los argentinos, a los que se acusa de haber mirado hacia otro lado durante aquella época, aunque Tamburrini lo niega. “La gente no era consciente de lo que estaban haciendo los militares en la clandestinidad. Te lo digo yo, que era militante”, cuenta. “Cuando me secuestraron no tenía ni idea del riesgo que corría. No podía ni imaginarme lo que hacían con los que chupaban. De hecho, durante la primera semana de mi cautiverio, estaba convencido de que, una vez que les explicara cuál era mi situación, me dejarían marchar”. Sin embargo, pasó 120 días retenido en la Mansión Seré, en Morón, provincia de Buenos Aires.

A pesar de los continuos malos tratos sufridos durante su cautiverio, bien con la picana eléctrica (a la que los torturadores denominaban “pequeña Lulú”), bien con constantes palizas, los primeros 15 días Claudio estaba especialmente preocupado por su carrera futbolística. “Estaba por cerrarse el libro de pases y me aterraba pensar que me podían dejar libre en Almagro por no presentarme y que no me daría tiempo a salir para fichar por otro club. Pasadas esas dos semanas comencé a tener una noción más realista sobre dónde estaba. Mi única obsesión era salir de allá”.

A pesar del terror con el que tuvo que convivir y de asumir la realidad de su situación, Tamburrini ni quiso ni pudo dejar de lado el fútbol. Hablaba mucho con algunos de los secuestrados sobre sus anécdotas como jugador profesional o sobre lo que esperaban de Argentina en el Mundial que se iba a jugar unos meses más adelante y que ya había comenzado a prepararse. También los militares se encargaban de recordárselo. Al poco tiempo de que lo secuestraran se abrió la puerta del cuarto donde estaba encerrado. “¿Quién es el arquero de Almagro?” Tamburrini se identificó. Pensó que le pedirían disculpas por haberse producido algún tipo de malentendido y podría irse. Entonces escuchó al militar decir entre risas mientras le pegaba un puñetazo en el estómago: “Si sos arquero, ¡atajate esta!” Una broma que se iba a repetir de manera recurrente.

Claudio compartía celda con Guillermo Fernández, Carlos García y Daniel Rusomano. Tras cien días de torturas, incertidumbre y terror, y después de saber que dos de sus compañeros detenidos habían sido asesinados, comenzaron a gestar un plan de fuga. Fue determinante que los torturadores descubrieran que las confesiones de Fernández durante las torturas eran falsas y lo amenazaran con matarlo en diez días si no les contaba algo que los satisficiera. Fernández asumió que estaba condenado dijera lo que dijera.
Decididos a fugarse

A Tamburrini, que sabía que la única forma de salir de allí con vida era escapándose, no tuvo que convencerlo. García y Rusomano, sin embargo, tenían innumerables dudas que generaron serias discusiones, y no se sumaron hasta que el plan de fuga ya estaba en marcha. Fue el 24 de marzo de 1978, en el segundo aniversario del golpe de Estado. Fernández había encontrado días antes un clavo que guardó, porque pensó que de algo les podría servir. Y así fue. Encajaba perfectamente en el hueco de la ventana de la celda, a la que le habían sacado el picaporte para que no la pudieran abrir desde dentro.

Aprovechando tres horas libres, entre el recuento de secuestrados de las doce de la noche y la supervisión de las tres de la mañana, Fernández se deshizo de las correas de cuero con que los ataban para dormir, se sacó las esposas (estaba tan flaco que no tuvo problemas) y abrió la ventana. Mientras Tamburrini se desataba y discutía con García, que estaba aterrado, Fernández sacó el alambre con que unían la doble persiana. Cuando consiguió abrirla se terminó la discusión. Comenzaron a atar las mantas que había en la celda con las correas de cuero y las tiraron por la ventana.

Rusomano se lanzó al balcón y bajó el primero. Lo siguieron Tamburrini y García. Fernández, que se había quedado el último para vigilar, tardó casi un minuto más en aparecer. Con el clavo había escrito en la pared: “Gracias, Lucas”. Era su forma de vengarse de uno de los militares más crueles que habían padecido. Desnudos, tres de ellos esposados, y bajo una intensa lluvia, corrieron hacia la calle en busca de un coche   que poder arrancar haciendo puente con el alambre de la ventana. Intentaron robar varios, pero estaban tan débiles que no pudieron romper ningún cristal.

Habían transcurrido más de dos horas. En breve se sabría que habían escapado y estaban a menos de un kilómetro de la Mansión Seré. Desesperados, decidieron cambiar la segunda fase de su plan. García y Rusomano se metieron en el garaje de una zona en construcción. Tamburrini corrió hacia el jardín de una casa que estaba en frente y Fernández fue hacia otra casa vecina y tocó timbre. Le contó a la señora que atendió que había acompañado a su novia a la estación de trenes que estaba en esa zona. Dijo que le habían robado y pidió que llamara a casa de sus padres. No atendió nadie. La señora le tiró por la ventana un pantalón y algo de dinero y le deseó suerte.

Fernández avisó a sus compañeros de que se iba a por ayuda y les prometió que volvería a por ellos. Tomó un taxi y se fue a casa de un tío suyo que vivía cerca. Desde allí llamó al padre de García y le dijo que, si quería ver a su hijo con vida, debía ir a buscarlo de inmediato. Entre tanto, Tamburrini salió de su escondite y fue al garaje, donde García y Rusomano le contaron lo sucedido. Alrededor de las tres y media de la mañana vieron que varios helicópteros sobrevolaban la zona mientras enfocaban las calles con sus reflectores. Por fortuna, una intensa tormenta les impidió continuar con las maniobras y abandonaron la búsqueda. Permanecieron varias horas más escondidos, sin moverse, hasta que al amanecer un coche aparcó en la puerta del garaje. García comenzó a gritar: “¡Papá, papá! ¡Es la voz de mi papá!”. El padre entró en el garaje, los llevó al coche y salieron de allí.

Tamburrini se refugió en diferentes casas de las que, durante tres meses, solamente salió para cambiarse de un domicilio a otro. Aterrado por el miedo a que pudieran reconocerlo abandonó el fútbol y comenzó a trabajar de cualquier cosa, desde taxista hasta basurero. A pesar de la paranoia, Claudio recuerda el festejo por la victoria de Argentina en el Mundial, sostenido paradójicamente por los militares, como el único momento en el que volvió a sentir algo de libertad. Después de catorce meses de una intensa angustia psicológica decidió marcharse del país. Por el puerto de Iguazú llegó a Brasil donde le dieron la condición de refugiado político y voló hacia Estocolmo.

“Cuando llegué a Suecia despareció el miedo”. En 1979, mientras aprendía sueco, contactó con el AIK, un equipo de fútbol de primera división. Llevaba dos años sin realizar ninguna actividad física y no estaba en buena forma. Decidieron mandarlo a su cantera, un equipo de la cuarta división, para que se entrenara. Pasado un año reconsiderarían su situación. “Trabajé durante un tiempo en ese equipo, pero en 1980 me notificaron que me habían aceptado en la facultad de Filosofía de Estocolmo. Fue la primera vez que me vi en la disyuntiva de escoger entre ambas actividades”.
Decepción con el fútbol sueco

Eligió Filosofía. “Primero por la falta de continuidad en el equipo. Pero sobre todo por una profunda decepción con el fútbol sueco por su falta de profesionalidad. Entrenábamos dos veces por semana y nos limitábamos a jugar once contra once un partido de 100 minutos. No había preparación específica para arqueros, algo a lo que yo estaba acostumbrado desde que jugaba en las inferiores. Fue tan mala la experiencia que decidí abandonar el fútbol y centrarme en mis estudios.”

Pasaron 13 años hasta que volvió a retomarlo. En 1994 accedió a jugar en un equipo latinoamericano de aficionados y cuatro años después comenzó a escribir ¿ La mano de Dios? Una visión distinta del deporte. Lo publicó la editorial Continente en el año 2000 y aborda el deporte desde el punto de vista ético. “Habla sobre cómo lo utilizan para exacerbar los sentimientos nacionalistas, sobre la admiración por las estrellas como síntoma fascistoide del desprecio al débil…Es filosofía del deporte. Ahí fue cuando volví a hacer confluir las dos actividades.”

En 2003, 25 años después de su secuestro, publicó, con la misma editorial, Pase libre. La fuga de la Mansión Seré. “Tenía material escrito desde 1981, pero no quise publicar nada hasta que la sangre dejó de estar caliente. De haberlo hecho, el texto resultaría un mero panfleto plagado de las típicas consignas de militante”. Tamburrini quería mostrar que ninguna situación se compone exclusivamente de blancos y negros, sino que siempre hay matices. “Ni todos los secuestrados tuvieron una conducta ejemplar, ni todos los militares fueron siempre monstruos. Alguna vez alguno tuvo un comportamiento noble, igual que hubo algunas actitudes viles por parte de algunos secuestrados”.

Una semana después de la fuga los militares volaron la Mansión Seré y blanquearon a todos los presos que estaban ilegalmente retenidos. Tenían miedo de que los cuatro chicos hablaran con la prensa extranjera, que ya estaba en Argentina para cubrir el Mundial. En 1985 Juan Carlos Rousselot, del Gobierno radical, demolió el edificio por completo y restringió el acceso a la zona, amparado por la ley de Obediencia Debida y Punto Final. El 1 de julio del año 2000, tras un cambio de Gobierno, el ex centro clandestino se convirtió en la Casa de la Memoria y la Vida. Fue el primer espacio latinoamericano dedicado a recuperar y ejercitar la memoria colectiva.

Guillermo Fernández y Carlos García lograron atravesar la frontera con Uruguay y de allí fueron a Brasil. García huyó hacia Barcelona, donde reside desde entonces. Fernández eligió París, donde comenzó a trabajar como titiritero en el metro. Con los años se profesionalizó y, aún hoy, compagina esta actividad con la interpretación. Daniel Rusomano tuvo menos suerte. El primer lugar en el que se refugió tras la huida fue la casa de su hermana, que vivía con un policía. Este avisó a los militares y, un par de semanas después, volvieron a secuestrarlo.

Durante un mes y medio fue sometido a torturas salvajes. Un día el militar que se encargaba de él le obligó a sacarse la venda que llevaba desde el inicio del cautiverio. “Mirame. ¿No me reconocés? Yo estaba en la Mansión Seré el día que se escaparon. ¡Me cagaron la carrera, hijos de puta!”. Rusomano lo miró y respondió: “¿Qué querés? Ustedes nos estaban cagando la vida”.  No volvieron a torturarlo. Algún tiempo después, pasó a una prisión federal como detenido reconocido donde permaneció hasta el final de la dictadura, en 1983.

Tamburrini, hoy Doctor en Filosofía y profesor en la Universidad de Estocolmo, no tiene secuelas emocionales del horror que sufrió. “Mi secuestro no me generó problemas, al revés. Lo tomo como una parte constitutiva de la vida que hoy tengo. Si no me hubieran secuestrado, no habría salido de Argentina. En Suecia conocí a mi mujer, con la que tuve a mis tres hijos. Habría podido tener otra carrera u otros hijos. Habría tenido otra vida, que podría haber sido mejor o peor, pero no habría sido la mía. Que me secuestraran me sirvió para ser quien soy.”

Reportaje publicado en el número 3 de la revista Líbero

viernes, 12 de abril de 2013

En el caso de Amaya, las torturas acabaron con su vida

Rawson: Nuevos testimonios describen los padecimientos de Amaya y Solari Yrigoyen en la U-6

Durante las tres audiencias de esta semana declararon 13 testigos. Fue en el marco del juicio que se investiga la participación de tres imputados responsables de las torturas de los abogados de presos políticos y dirigentes sindicales.Las tres audiencias de esta semana en el juicio por la muerte de Mario Abel Amaya y las torturas sufridas por Hipólito Solari Yrigoyen durante la última dictadura concluyeron hoy en Rawson con 13 testigos más que reforzaron las acusaciones, según evaluaron querellantes y fiscales."Pasaron por estas tres audiencias 13 testigos, todos importantes para la acusación" formulada en la elevación a juicio contra los tres imputados por las torturas infligidas a los dos abogados y dirigentes radicales, dijo el fiscal Fernando Gelvez.

Osvaldo Fano, quien era entonces director del penal U6 de Rawson, y el ex guardiacárcel Jorge Steding, están acusados de cómplices del delito de tortura, mientras que fue imputado como encubridor Luis García, en esa época médico de la prisión y años después legislador radical y ministro de Gobierno de Chubut (2001-2003).

También consideró que los testimonios de esta semana contribuyen a "probar todas las acusaciones" por los delitos de lesa humanidad juzgados en esta causa la historiadora Mónica Gatica, quien investigó la represión dictatorial en Chubut y asiste al juicio.

Las próximas audiencias se realizarán el 23, 24 y 25 de este mes y el 7 y 8 de mayo próximo, precisó el fiscal Gelvez.    

El juicio por las torturas que sufrieron en 1976 en la cárcel de Rawson los abogados de presos políticos y dirigentes radicales Solari Yrigoyen y Amaya comenzó el 19 de marzo último con la lectura de las acusaciones contra los tres imputados.

Sólo uno de ellos, García optó entonces por hablar ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, que sesiona en Rawson, y dijo ser inocente.

Después, el propio Solari Yrigoyen y otros testigos aportaron elementos sobre los tormentos que sufrió el primero junto a su colega, correligionario y amigo Amaya, quien falleció poco después en la cárcel de Devoto a raíz de las torturas padecidas.

"Es difícil encontrar una explicación racional a hechos irracionales", dijo en su testimonio en el juicio oral Solari Yrigoyen. "Tanto Amaya como yo fuimos secuestrados en esta provincia en 1976", agregó en una detallada y emotiva exposición.

Numerosos testigos, ex presos de la U6, describieron también esta semana los tormentos que sufrieron Solari Yrigoyen y Amaya o, en otros casos, las duras condiciones que imperaban en el penal y que se agravaron después del golpe del 24 de marzo de 1976.

Buena parte de los testimonios apuntaron a la relación de los imputados con golpizas y tormentos, en especial en los casos de Fano y de Steding, dijeron a esta agencia fuentes de la acusación.

Crisanto Ripodas, preso en la Unidad 6 en esa época, relacionó a ambos con el "cuerpo pretoriano" que golpeaba a los prisioneros pero también dijo que García lo visitó cuando estaba en una celda de castigo, mojado, en calzoncillos y rodeado de excrementos.

Citado por el diario chubutense La Jornada, el testigo afirmó además que en la U6 "la atención médica era impresentable para una cárcel legal" y que ese penal "fue hermano de los campos de concentración".

Otro ex detenido, Rodolfo Quintana, vio desde el baño de su pabellón cómo trasladaban a Amaya en una camilla a la enfermería, en un hecho sin precedentes, y añadió que el servicio médico en el penal de Rawson era "ineficiente, elemental".

Sobre Amaya, precisó haberlo visto "muy estropeado y con un golpe cortante en el lado izquierdo de su cabeza que le llegaba casi a la frente". También relató que si bien se lo veía disminuido por su condición de asmático, lo obligaban a correr.

jueves, 21 de febrero de 2013

El coraje de una mujer para recordar el infierno

Causa Base Aérea Reconquista. Conmovedor relato ante la justicia de Griselda Pratto, que pudo cerrar su historia.

Tras el fracaso de audiencia el día lunes por ausencia de la jueza Ivon Vella, el día martes 19 pudo  seguir la Causa “Danilo Sambuelli y otros…” en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, que juzga la represión ilegal en el norte santafesino.

Previo a las testimoniales, el abogado Gonzalo Migno intentó detener el juicio y evitar que declare una víctima, argumentando con una denuncia que presentó un testigo de la defensa y la mujer de uno de los represores imputados: Carlos Nickisch. Ese testigo de apellido Alvarenga declarará el lunes de febrero. El Tribunal siguió con la jornada establecida.

Pudo escucharse entonces la brutal y desgarradora historia de Griselda Pratto, una mujer que siendo jovencita fue secuestrada y sometida a torturas en la Base Aérea Militar Reconquista, además de ser esclavizada sexualmente durante 40 días a principio de 1977 por personal de la unidad y por policías, tras la cual la liberaron luego de que el entonces capitán Danilo Sambuelli le ordenara “que no se acordara de nada” por lo vivido. Griselda no tenía militancia política pero su hermano Juan Carlos y su cuñado Rubén Maulín estaban detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Junto a ella fue secuestrado y alojado en los calabozos de la Base Aérea también otro hermano: Ricardo Pratto.


Esta mujer involucró claramente en sus padecimientos, entre otros, al propio Sambuelli, al Comisario Nickisch y a Arnaldo Neumann, tres de los imputados. Además de hablar en el medio de esa historia sobre la desdicha de su hermana Luisa, que también declarará el lunes, y el nacimiento en aquellos días del hijo de esta última que fue apropiado por otra persona y sustituida su identidad. Un caso que se juzgará en junio en este mismo tribunal.

En este espacio de Justicia en Santa Fe se escucharon en distintas causas de Lesa Humanidad muchos relatos de mujeres valientes y sus padecimientos , pero como éste nunca.

Testimoniaron también en esta audiencia las víctimas Raúl Pinto y Oscar Ortíz.