jueves, 9 de enero de 2014

Un nieto de Paco Urondo relató el dramático derrotero que atravesó tras el secuestro de sus padres

Los otros "cautiverios" de la represión
 Sebastián Koncurat y su hermano pasaron por un instituto de menores antes de ser recuperados por su familia.

Por:Gerardo Aranguren


 Si tuviera que medir el dolor, el lugar más profundo es no saber dónde están los cuerpos de mis padres y no tener una tumba donde velarlos", se lamentó Sebastián Koncurat al finalizar su testimonio en el juicio oral por los crímenes de la ESMA. Sus padres fueron Mario Koncurat, apodado "Jote", y Claudia Urondo de Koncurat, quienes se encuentran desaparecidos. Claudia era hija del poeta Francisco 'Paco' Urondo y militaba en Montoneros junto con su esposo, ambos provenientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

"Los hechos ocurrieron el 3 de diciembre de 1976 en la zona de Caballito, donde vivíamos. De acuerdo al relato que construí con mis tíos y abuelos ese viernes era el tercer día que nos llevaban a ese jardín de infantes con mi hermano. Nuestros padres nos dejaron ahí y nunca nos volvieron a buscar", señaló Sebastián, quien en ese momento tenía tres años y su hermano Nicolás un año menos.
Ese día, sus padres Mario y Claudia fueron gravemente heridos durante un operativo desplegado por el Grupo de Tareas de la ESMA para secuestrarlos. Fueron llevados al centro clandestino de detención de la Marina y se desconoce si llegaron con vida o fallecieron antes producto de las heridas.   
Nicolás Koncurat, hermano menor de Sebastián, declaró meses antes en el juicio oral. También lo hicieron su abuela materna, la ex esposa de Paco Urondo, Graciela Murúa, y su tío, Javier Urondo. La última audiencia de 2013 en el juicio oral fue el turno de Sebastián.
Durante el testimonio contó sus recuerdos de los 40 días que estuvieron ingresados en un instituto de menores hasta que su familia biológica logró recuperarlos.
Cuando sus padres fueron secuestros, nadie fue a buscarlos a la guardería de Pasaje El Maestro 155, por lo que Sebastián y su hermano Nicolás estuvieron unos días al cuidado de la directora del jardín.
"No tengo recuerdos de eso. El lunes la directora nos volvió a llevar al jardín y mis padres no aparecieron, entonces nos llevó a la policía. Un juez de menores nos destinó al hogar Riglos de Moreno", señaló.
Los hermanos de dos y tres años llegaron al Instituto de Menores "Mercedes de Lasala y Riglos" el 6 de diciembre, tres días después del secuestro. "Estuvimos 40 días y tengo un recuerdo emocional de mucho maltrato. Mi abuela después me preguntaba por qué me cubría cada vez que me retaba. Después entendí que había sufrido violencia física o emocional en ese lugar", señaló Sebastián.
La justicia desconoce los detalles de lo que sucedió con los niños durante esos días y la fiscalía del juicio oral, a cargo de los fiscales Guillermo Friele y Mercedes Soiza, investiga si fueron llevados en algún momento a la ESMA por miembros del Grupo de Tareas. Sebastián no recuerda  haber salido del instituto pero sí hay una constancia en el legajo de su hermano de un egreso durante los días de Navidad del '76.
El día del secuestro, el 3 de diciembre, era también el cumpleaños de Nicolás, el menor de los hermanos Koncurat, por lo que su abuela materna, Graciela Murúa, los esperaba para festejarlo. La ausencia sin aviso activó la alarma. Sin embargo, para la familia no fue fácil dar con los niños, anotados bajo otro nombre por cuestiones de seguridad y comenzó una búsqueda desenfrenada para hallarlos. "Mi abuela tuvo mucha suerte de encontrarnos. Su jefe le mostró un recorte del diario La Razón sobre dos chicos abandonados. Fue un milagro porque fue la puerta para encontrarnos", destacó Sebastián.

El 10 de enero de 1977 sus abuelos los retiraron del hogar. Su abuelo paterno consiguió la custodia y se fueron a vivir con ellos a General Pico, La Pampa. "Quisiera tener más recuerdos de esa época pero no los tengo. Lo que me contaron es que mi hermano estaba bastante enfermo y en el hogar lo sedaban para que no llorara. De eso se dio cuenta mi abuelo que era médico. Yo no hablaba. Reconocía a mi abuela materna, a mi tío Javier Urondo, pero no reconocía a mis abuelos paternos, porque no tenía mucha relación con ellos. Eran nuevos en mi vida. Esa transición horrible fue difícil, la fuimos armando", agregó.
En un momento de su declaración, una de las querellas le consultó por las consecuencias que habían tenido estos hechos en su vida. Sebastián, de 40 años, rememoró las secuelas que le dejó el terrorismo de Estado: "Una de las cosas que más me cuesta decir acá es que durante mucho tiempo tuve problemas para hablar, tartamudeaba. El habla la tuve como anulada hasta principios de mi adolescencia, cuando empezó una etapa más feliz. Personalmente, recuperar el habla y mi identidad es lo que más me costó". 

Al final, cuando el juez le preguntó si quería agregar algo, Sebastián reconoció su "orgullo" de que en el país "siga la búsqueda y se haga mucho por los Derechos Humanos". "Estoy contento de vivir en un país donde la Justicia demoró pero finalmente se está juzgando el genocidio. Felicito a los que están trabajando en esto y a los organismos de derechos humanos. Estoy a su disposición para ayudar", finalizó.  «

la casa familiar
 "Tiene una identidad propia, como una persona, es lo que nos dejaron mis padres", dijo Sebastián sobre la casa en la que vivió hasta el momento de la desaparición de Claudia y Mario.
Con la vuelta de la democracia, la familia de Sebastián comenzó a buscar la casa, que estaba a nombre de sus tíos. Como vivían en la clandestinidad, nadie sabía la dirección exacta. Con la ayuda de sus tíos y sus abuelos, en 1988 lograron recuperarla cuando la anterior dueña intentaba venderla nuevamente.
"La casa fue ocupada por mucho tiempo. Desde lo que ocurrió con mis padres hasta por lo menos 1984",  recordó a partir de lo que pudo reconstruir con su vecino: "El vecino nos contó que en febrero de 1977 llegó un Grupo de Tareas a allanar mi casa. Tiraron abajo también su puerta y su papá murió de un infarto", contó.

Otra detención en 1973

El secuestro y desaparición de  Mario Koncurat y Claudia Urondo fue la segunda detención ilegal que sufrió la joven pareja. Ambos se conocieron cuando militaban en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que luego se fusionó con Montoneros en 1973.
Algunos meses antes sufrieron su primera detención ilegal durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse. En febrero de 1973, Mario y Claudia, quien estaba embarazada, fueron secuestrados en una quinta de Tortuguitas, provincia de Buenos Aires, junto a otros miembros de las FAR.  Allí también estaba Francisco ‘Paco’ Urondo, padre de Claudia, su esposa Lili Massaferro, y Julio Roqué, miembro de la conducción nacional. Todos fueron liberados pocos meses después, con la amnistía a los presos políticos dictada por el presidente Héctor Cámpora. Mario Koncurat, Claudia Urondo, y Julio Roqué fueron luego víctimas de la siguiente dictadura y están desaparecidos. El poeta fue asesinado por un grupo de tareas en Mendoza.

El dato - Familia - Sebastián y Nicolás son hijos de Claudia Urondo y Mario "Jote" Koncurat, ambos desaparecidos.

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